La idea del ilustre artista luchando por llegar a fin de mes es un concepto antiguo, pero es cierto que Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682) no pertenecía a esta categoría. Huérfano a la edad de diez años, Murillo dibujaba y vendía pinturas a la edad de 14 años para mantener a su hermana adoptiva, y a los 22 años estableció un taller de pintura para ganar suficiente dinero. Pero además de ganar dinero, no perdió de vista el arte, y a los 26 años se trasladó a Madrid para perfeccionar sus habilidades y se convirtió en alumno de Velázquez. Y el tiempo le dio la razón. No solo se convirtió en un pintor exitoso y talentoso, sino que en 1660 fundó una escuela de pintura llamada Academia de Pintura. (Bartolomé Murillo: Dos mujeres en una ventana)